El apoyo de Ford llega en un contexto en el que el sector automotriz podría estar reconfigurando sus prioridades. La compañía, históricamente asociada con vehículos robustos y motores de combustión interna, parece estar marcando distancia con el impulso hacia los modelos eléctricos, favoreciendo una tendencia que se alinea con la agenda energética del próximo gobierno. Donald Trump ha manifestado su intención de aumentar la producción de petróleo, lo que abre oportunidades para el lanzamiento de vehículos a gasolina más atractivos para el mercado estadounidense.

Fundada en 1903, Ford ha sido un símbolo del poderío económico del país y su estrecha relación con la industria petrolera. La estrategia actual de la compañía podría aprovechar el renovado enfoque en los combustibles fósiles, destacándose con modelos diseñados para satisfacer esta demanda.

Con su donación y la provisión de vehículos para los eventos del 20 de enero, Ford no solo asegura visibilidad durante las celebraciones, sino que también posiciona sus nuevos modelos ante millones de espectadores. Este movimiento estratégico refuerza la conexión de la compañía con las políticas del mandatario, consolidando su presencia en el mercado automotriz estadounidense en un momento clave.