Pero su épica intervención duró poco. En cuestión de segundos, una ola de republicanos empezó a corear “¡U-S-A! ¡U-S-A!”, en un intento de ahogar su grito de guerra.

El presidente de la Cámara, Mike Johnson, trató de calmar las aguas, pero Green, firme en su postura, no se movió un centímetro. Hasta que, tras dos advertencias, Johnson decidió que la mejor manera de restaurar la paz era mandarlo a volar.

Así, escoltado por personal de seguridad, el congresista de Houston tuvo que abandonar el hemiciclo, pero no sin antes prometer que seguirá dando pelea.

“Vale la pena el castigo si con esto la gente se da cuenta de que algunos de nosotros no vamos a dejar que este Presidente haga lo que quiera”, declaró Green a la prensa, como un gladiador que jura volver al coliseo.

Y esto no es nuevo. Green ha sido un dolor de cabeza para Trump desde su primer mandato y, ahora que el magnate está de regreso, el congresista ya anunció que planea presentar artículos de impugnación en su contra. Vamos, que si Trump pensaba que iba a tener un segundo gobierno tranquilo, Green se encargó de recordarle que no.

Pero no fue el único acto de rebelión. Varias legisladoras demócratas, incluida Nancy Pelosi, se vistieron de rosa en protesta contra las políticas de Trump, mientras que otros congresistas lucieron corbatas amarillas y azules en apoyo a Ucrania. En tanto, carteles contra Elon Musk y a favor de Medicaid decoraban la sala, como si fuera una feria de reclamos.

Mientras tanto, Trump insiste en que Medicaid no se verá afectado, pero los recortes sociales siguen en la mira. Y si algo quedó claro con esta sesión es que la guerra política en Washington está más caliente que nunca.