Su líder, Michael Stewart, lanzó una convocatoria para una manifestación el próximo viernes 28 de marzo, pero los rumores apuntan a que se trataría de una "misa negra", un ritual que incluiría una hostia consagrada supuestamente robada de una iglesia.

La gobernadora de Kansas, Laura Jeanne Kelly, no tardó en reaccionar y prohibió a los miembros del grupo ingresar a la Casa de Gobierno. "Hay formas más constructivas de protestar sin insultar símbolos religiosos", sentenció, dejando claro que no permitirá que el Capitolio se convierta en un altar satánico.

Por su parte, Joseph Naumann, obispo de la Arquidiócesis de Kansas City, intentó que Stewart fuera sancionado por el presunto robo de la hostia, pero al no haber pruebas concretas, la denuncia fue desestimada.

Lejos de achicarse, Stewart redobló la apuesta y aseguró que la manifestación seguirá adelante, desafiando a las autoridades y exponiéndose a un posible arresto. En una entrevista con Fox News, intentó calmar los ánimos con un mensaje un tanto inquietante:

"Últimamente se ha dicho que vamos a asaltar el Capitolio y que somos una organización violenta. Ninguna de esas cosas es cierta. Vamos de forma pacífica. Esto no va a ser el 6 de enero. Esto será más como una marcha de derechos civiles de los años 60. No vamos a estar literalmente arrojando materia fecal a las paredes”.

Con estas declaraciones, la tensión sigue creciendo en Topeka. ¿Se avecina una guerra entre el gobierno de Kansas y los devotos de Lucifer? En pocos días se sabrá si el Capitolio será escenario de un ritual oscuro o si las autoridades logran frenar el evento antes de que el mismísimo diablo se haga presente en Kansas.