Roberts, de 59 años, fue condenado por el asesinato de Annetra Jones, ocurrido en abril de 1992 en el condado de Marion.

Según la acusación, el hombre empacó sus pertenencias, robó dinero y disparó tres veces en la cabeza a Jones, quien dormía en un sofá.

Posteriormente, roció gasolina o un líquido inflamable en la casa y en el cuerpo de la víctima, y prendió fuego para eliminar pruebas.

Un jurado lo halló culpable de asesinato capital y, aunque recomendó por mayoría una condena de prisión perpetua sin libertad condicional, el juez desestimó esa sugerencia y lo sentenció a muerte. Cabe destacar que Alabama ya no permite que los jueces anulen las recomendaciones del jurado en casos de pena capital.

La defensa de Roberts ha solicitado una suspensión de la ejecución alegando que su cliente, diagnosticado con esquizofrenia paranoide, podría ser mentalmente incompetente para enfrentar la pena de muerte.

De acuerdo con informes médicos, el recluso presenta delirios, pensamiento desorganizado y alucinaciones auditivas, síntomas agravados tras décadas en el corredor de la muerte.

A pesar de que el sistema penitenciario de Alabama ha reconocido múltiples diagnósticos psiquiátricos en su historial, las autoridades estatales argumentan que la existencia de una enfermedad mental no implica necesariamente incompetencia para ser ejecutado.

El uso del gas nitrógeno, un procedimiento que priva de oxígeno al condenado al ser administrado a través de una máscara, fue estrenado por Alabama el año pasado.

Desde entonces, se ha utilizado en cinco ejecuciones en ese estado y una en Luisiana. El propio Roberts eligió este método por sobre la inyección letal o la silla eléctrica, decisión que tomó antes de que el protocolo fuera completamente desarrollado.

Hasta el momento, en lo que va de 2025, se han realizado 25 ejecuciones en territorio estadounidense.