Hegseth subrayó que el Ejército debe recuperar el “espíritu guerrero” y que las tropas ya no podrán lucir barbas, cabellos largos ni expresiones individuales que, según él, atentan contra la disciplina.

“Es inaceptable ver generales y almirantes obesos en los pasillos del Pentágono o en formaciones de combate. Eso da una mala imagen. Bajo mi dirección, todos deberán aprobar dos pruebas de aptitud física por año y cumplir con requisitos de altura y peso”, declaró.

El secretario también cuestionó las denuncias anónimas y la proliferación de páginas en redes sociales dedicadas a criticar a superiores. “Eso no es propio de un guerrero, es cobardía disfrazada. No se tolerarán esas prácticas que socavan la cohesión de las unidades”, advirtió. En paralelo, anticipó una revisión integral para erradicar el acoso, las novatadas y lo que denominó “liderazgo tóxico”.

Hegseth fue aún más lejos al cerrar filas contra las políticas de diversidad en el Ejército.

Señaló que durante años se ascendió a personal “por razones equivocadas”, en función de la raza o el género, y afirmó que ya no habrá conmemoraciones de identidades, ni oficinas de diversidad, ni espacio para “delirios de género”.

“No más distracción ni división. Queremos soldados listos para la guerra, no para el activismo”, sentenció.