“Cuando, como presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, no acepté el acuerdo de Barack Obama con Irán, fui acusado, y al día siguiente de ser despojado de mi cargo, Obama anunció el acuerdo con Irán”, escribió.

El escándalo de corrupción salió a la luz tras un operativo en el que se encontraron fajos de dinero en efectivo y lingotes de oro ocultos en el closet de la casa que compartía con su esposa, Nadine Arslanian. Desde entonces, ningún demócrata se atrevió a defenderlos públicamente.

La fiscalía presentó abundante evidencia que demostraba cómo Menéndez logró mejorar su nivel de vida mediante sobornos de al menos tres empresarios extranjeros, llegando incluso a actuar como agente de Egipto.

“Usted tuvo éxito, fue poderoso, estuvo en la cima de nuestro sistema político. En algún momento del camino, y no sé cuándo fue, perdió el rumbo y trabajar por el bien público se convirtió en trabajar por su propio bien”, le dijo el juez federal Sidney Stein al dictarle sentencia.

A menos de una semana de entrar a prisión, fuentes consultadas por la cadena NBC —bajo condición de anonimato— revelaron que Bob Menéndez buscó la ayuda de Lindsey Olin Graham, senador por Carolina del Sur, para que solicitara en su nombre un indulto o una conmutación de pena a Donald Trump. Sin embargo, Graham se negó a planteárselo al Presidente.

Como alternativa, Menéndez intentó recabar apoyo de la comunidad judía para impulsar la idea de un indulto, pero no obtuvo respaldo alguno. Finalmente, trató de llegar a Jared Kushner, yerno de Trump, pero no logró siquiera captar su interés.