El desprendimiento, que se produjo el sábado, obligó a cerrar un segmento de 40 millas de la autopista.

El impacto fue particularmente grave en el carril en dirección sur, dejando varadas a unas 1.600 personas, entre turistas y lugareños reunidos para el fin de semana de Pascua.

La situación obligó a muchos a buscar refugio en hoteles, alojamientos provisionales o en sus vehículos, mientras las autoridades se apresuraban a evaluar y remediar los daños.

Para el domingo, los esfuerzos para fortificar la sección afectada de la autopista estaban en pleno apogeo, y el Departamento de Transporte de California (Caltrans) aconsejaba al público que evitara las inmediaciones.

La crisis provocó el cierre temporal de todos los parques estatales cercanos de Big Sur, subrayando la gravedad del suceso.

Autoridades ayudan en la evacuación

El jefe de comunicaciones del condado de Monterey, Nicholas Pasculli, describió la situación como un "desastre estatal".

Para mitigar las dificultades a las que se enfrentaban los varados, las autoridades de emergencia permitieron el tránsito seguro por el carril norte de la autopista. Esta estrategia permitió la evacuación segura de la mayoría de los afectados el domingo.

El gobernador Gavin Newsom tranquilizó a los californianos a través de las redes sociales, elogiando los incesantes esfuerzos de los equipos dedicados a reparar este enlace de transporte vital.