Durante su alocución, Harris lanzó duras críticas al mandatario republicano y advirtió que Estados Unidos se encuentra al borde de una “crisis constitucional”. “En vez de una administración que trabaje para promover los ideales más altos de nuestra nación, estamos presenciando el abandono total de esos ideales”, disparó.

Y agregó: “Cuando todo colapsa —cuando el Congreso no cumple con su función, o la Corte no hace la suya, o incluso cuando ambos lo hacen pero el Presidente los desafía de todas formas— eso se llama una crisis constitucional”.

Desde su derrota en noviembre, que significó un duro revés para el Partido Demócrata, Harris había optado por mantenerse alejada del centro de la escena. Sin embargo, su reaparición en este evento reavivó especulaciones sobre una posible candidatura a la gobernación de California.

A pesar del tono sombrío con el que describió el estado actual del país, la exvicepresidenta también destacó el “coraje” de legisladores, jueces y activistas que, según dijo, están resistiendo las políticas de Trump. Mencionó expresamente a los senadores Chris Van Hollen, Bernie Sanders y Corey Booker, y defendió el rol de las universidades y del poder judicial, sectores que el gobierno ha calificado como “radicales”.

Harris acusó a Trump de traicionar los principios fundacionales de Estados Unidos, como la igualdad y los derechos inalienables. Lo responsabilizó además de intentar privatizar la sanidad pública, recortar fondos para la educación y favorecer con exenciones fiscales a los sectores más ricos.

“El país le pertenece al pueblo, no a quienes hoy ocupan la Casa Blanca”, subrayó. También advirtió que la estrategia del oficialismo se basa en propagar el miedo: “Cuentan con que si logran asustar a algunas personas, eso disuadirá al resto”.

La exvicepresidenta no se privó de criticar la política económica del actual gobierno y calificó la guerra comercial impulsada por Trump como “la mayor crisis económica provocada por el hombre en la historia presidencial moderna”.

Según detalló, los aranceles “imprudentes” han encarecido productos de consumo básico y paralizado a empresas grandes y pequeñas, que se ven forzadas a despedir empleados, congelar contrataciones o posponer inversiones.